FRANCISCO DE ASÍS: EL SANTO DEL AMBIENTE

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Por Eduardo Verón

El 4 de octubre fue el día de San Francisco de Asís. Esto se debe a que en esa fecha en 1226 fallecía Francisco en Italia. Este santo es uno de los más conocidos a nivel mundial tanto por los milagros, por la vida sencilla que ha tenido y por la orden que fundó él mismo en el siglo XIII con principios muy novedosos para aquella época, como el voto de pobreza.

Francisco de Asís es el santo patrono de la ecología y esto se debe a que hace 800 años atrás comenzó a mostrar preocupación por la forma en que la humanidad estaba haciendo uso de la naturaleza y por la falta de admiración y de agradecimiento a Dios por lo creado.

Francisco de Asís fue uno de los primeros “ambientalistas” ya que él sentía a los seres vivos que los rodeaban: animales, insectos, plantas, sol, luna como hermanos y no como elementos a controlar, a consumir o a manejar a gusto del humano. Los pensaba como todos hermanos por ser formados por el mismo creador.

Los relatos que describen la vida de Francisco están estrechamente vinculados a la vida en la naturaleza, la admiración a cosas sencillas, y no por ella menos importantes, como es el andar de las aves, el color y la diversidad de las plantas y la observación hacia los astros como el sol y la luna.

Francisco fue proclamado como el santo de la ecología en 1979, por el Papa Juan Pablo II debido al culto por la naturaleza que ha tenido. A partir de entonces, en las estampitas se puede observar a San Francisco rodeado de naturaleza silvestre, aves y otros animales. En el 2013, Jorge Bergoglio toma el nombre Francisco para su papado por San Francisco de Asís, entre otros motivos para retomar la preocupación ambiental que tuvo el santo hace siglos atrás.

En lo que va de su papado, Francisco ha realizado diversas acciones en pos de concientizar sobre la contaminación, la degradación de la naturaleza y la crisis climática en la actualidad. Entre los escritos de mayor relevancia en torno a la cuestión ambiental se encuentra la Encíclica Laudato Si en la que plasma reflexiones en torno al cuidado ambiente entendiéndolo como “la casa en común” en la que habitamos diversos seres vivos y, como planteaba San Francisco, los humanos no debemos creernos superiores a otros seres que habitan con nosotros este espacio.